The Evil Dead o Cómo Ash no salva ni al tato


Tenía muchas ganas de empezar con esta saga de la que tan buenas críticas había oído. Es cierto que he tardado mucho, bien por pereza a empezar algo nuevo (sí, me cuesta arrancarme a estas cosas ¿qué hago?), bien por miedo a la decepción (o a pasar miedo real, aunque lo dudaba). Pero me decidí y, bueno... no me arrepiento. Quizás esta primera parte no haya cumplido del todo con las expectativas marcadas, pero claro, eso es problema mío y no de la película: ¿quién me creo yo para ponerle expectativas a una película de 1981? Aún así, el resultado final ha sido bastante grato, y he de decir que pasé un buen rato con la película. Pero no me enrollo más, os voy a contar lo que me gustó y lo que no de The Evil Dead.


La película nos mete en la piel de un grupo de cinco amigos, de los que no tenemos muy claro sus relaciones internas, y que se van a pasar un fin de semana a una casa que uno de ellos ha alquilado. El simple trayecto hasta esa casa ya nos está diciendo, a su modo, que allí van a pasar cosas: el coche no funciona bien, el puente que les lleva hasta allí se cae a pedazos, etc. La premisa no es nada original, ni siquiera para la época, pero es que creo que su intención, en cuanto a la trama, estaba muy alejada de la originalidad. Desde un principio podemos ver cómo Sam Raimi, el director, intenta hacer referencia (creo que a modo de parodia), a este tipo de películas de terror de adolescentes en las que muere hasta el apuntador y, partiendo de esta parodia, empieza a crear un universo propio. 

Otra de las características que vemos desde el inicio es el presupuesto. Está claro que lo poco que tenían se lo gastaron en el maquillaje y los efectos especiales, que están muy bien logrados por otra parte. La localización es única, una casa. Los actores se ven bastante amateurs, de hecho dudo que, aparte del protagonista, Bruce Campbell, el resto haya hecho muchas más películas. Y eso que ni siquiera el bueno de Bruce está muy acertado en un principio, al menos no hasta que la película empieza a volverse loca, que es ahí donde mejora todo. Desde el despertar de los demonios sobre los que gira la película, la película empieza a tomar un matiz mucho más gore, alejándose de esa especie de terror psicológico o climático que intentan introducir en el inicio, con esas escenas pausadas y en las que no hay apenas diálogos, sino más bien miradas y primeros planos a detalles de la casa o el bosque. Con el desmadre viene la diversión y empiezas a meterte de lleno en su universo y a creerte que un demonio que hace un momento te había tirado contra las estanterías de un solo empujón pueda ser vencido de la manera más tonta y encerrado para el resto de la película en un sótano con la puerta menos segura de la historia, y que además se quede ahí sin oponer demasiado esfuerzo, pues en cuanto pone un poco de empeño sale de ahí. Todas estas locuras que parecen inverosímiles a ojos de una persona que vive en el mundo real, no lo son tanto si nos plantamos en este universo que se crea, en lo que todo puede pasar.

He de decir que hubo algún momento que pasé miedo, he incluso di algún respingo en el asiento con algún susto, pero creo que la película, vista ahora en 2018, pierde ese terror que igual tenía en su época, pero gana mucho en el tema paródico, del que creo que se nutre para las secuelas.





La risa de una de las poseídas me recordaba muchísimo a cuando en Tombi!, juego de Playstation, te envenenaban con una seta de la risa.








No queda mucho más que decir más que esperemos a que vea la segunda parte que es, dicen, donde empieza la magia de la saga. Por lo visto es un "reboot" o algo así. Ni idea. Ya os contaré.


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