La bruja







Título original
The Witch aka 
Año
Duración
92 min.
País
Estados Unidos Estados Unidos
Director
Guión
Robert Eggers
Música
Mark Korven
Fotografía
Jarin Blaschke
Reparto
,
Productora
Coproducción USA-Canadá-Reino Unido; A24 / Code Red Productions / Pulse Films / Scythia Films / Rooks Nest / Maiden Voyage Pictures / Mott Street Pictures
Género
Terror | Siglo XVIIBrujeríaReligiónDrama psicológicoCine independiente USA


El cine de terror jamás ha gozado de gran reconocimiento, lo cual resulta comprensible debido a la ingente cantidad de títulos deficientes que eclipsan casi por completo a sus verdaderas grandes obras. Este balance general tan negativo bien se podría achacar a la propia naturaleza del género, que parece tener una cierta predisposición al efectismo barato y a la falta de profundidad, dando como fruto resultados torpes que no buscan otra cosa que el dar una serie de sustos al espectador, sin la menor pretensión. Sin embargo no quiero parecer negativo, pues frente a este alto porcentaje de cintas olvidables se sitúan otras tantas de una calidad excelente, sirva como ejemplo la brillante adaptación de la novela Otra vuelta de tuerca de Henry James a manos de Jack Clayton en Suspense (The Innocents), una obra maestra olvidada por muchos, La semilla del diablo de Roman Polanski o El exorcista de William Friedkin. Efectivamente existen grandes artistas que han sabido sacar todo aquello que este género puede dar de sí, que es mucho cuando cae en buenas manos, y en los últimos años hemos encontrado varios casos que demuestran que en la actualidad se puede seguir extrayendo todo este potencial, ya sea simplemente abrazando el terror y todos sus clichés pero ejecutándolos con buen pulso narrativo (Expediente Warren), o llevando las fronteras del género más allá de lo que nos tiene acostumbrados (Goodnight Mommy, It Follows o Babadook). A este último grupo se une La bruja, el debut en el largometraje de Robert Eggers, que se presenta como una inesperada y satisfactoria revelación.



En 1630, en Nueva Inglaterra una familia de cristianos con cinco hijos es expulsada de su aldea y obligada a instalarse en las inmediaciones de un bosque. Las desgracias empezarán a perseguir a los colonos de inmediato desde que su hijo menor desaparece en extrañas circunstancias, y así los terroríficos acontecimientos comienzan a precipitarse: los niños atribuyen la desaparición a una bruja que devora bebés sin bautizar, las cabras en lugar de leche dan sangre, un macho cabrío negro se comportará de forma violenta irguiéndose sobre sus patas traseras, los siniestros gemelos hablarán constantemente de una presencia que ellos llaman Phillip el Negro,y todo esto bajo la omnipresente imagen del perturbador bosque. La bruja consigue transmitir un miedo completamente primitivo e irracional, casi animal, el miedo a lo desconocido y al propio miedo, algo que encuentra su máximo exponente en el ambiente de oscurantismo que retrata la película, ya que la falta de cultura y la represión religiosa es el principal detonante de todos los horrores que se narran. La naturaleza es representada como el origen del mal, el diablo se muestra a través de ella y atormenta a los humanos, que son débiles y se refugian constantemente en la religión, ya que todo aquello que les sucede escapa a su comprensión y, por lo tanto, les resulta imposible de combatir.


Robert Eggers demuestra tener una extensa cultura cinematográfica en el género del terror, y se deja notar en su obra, que tiene ecos de Häxan La brujería a través de los tiempos de Benjamin Christensen por su tratamiento de lo desconocido, de Vampyr de Carl Theodor Dreyer con la representación de la pesadilla, y del Bergman de La hora del lobo en su inquietante desarrollo. La dirección de Eggers es simplemente soberbia, sabe conjurar todos los elementos para lograr la evocación constante del más profundo horror, la tensión subyace en cada uno de sus fotogramas desde que da comienzo la cinta, y tiene escenas tan escalofriantes que perduran en la retina del espectador mucho después de haber finalizado el film. El reparto al completo brinda unas magníficas interpretaciones, pero por encima de todos ellos destacan Harvey Scrimshaw, y muy especialmente Anya Taylor-Joy, cuya actuación no decae ni en las escenas más difíciles, aguantando a la perfección primeros planos y gran parte del peso de la cinta. La música está presente en muchas de las escenas más terroríficas de La bruja, sin embargo no se utiliza como un recurso fácil para enmascarar carencias de otros apartados, sino que representa el perturbado devenir de los pensamientos del espectador ante los horrores que está presenciando. A nivel visual la película despliega todo su potencial, su fotografía se encarga de evocar los peligros ocultos que permanecen en continuo acecho, el miedo y el desamparo que sienten sus personajes, ya sea mediante sus siluetas emergiendo de la oscuridad del bosque como iluminados por una pequeña vela, como si se tratasen de los nobles de Barry Lyndon o personajes de un cuadro de Caravaggio.


La bruja se erige como una obra maestra absoluta, perturbadora y contundente, un retrato escalofriante del miedo, de la superchería, de la presencia del diablo y del horror más profundo. Tanto es así que se sitúa en el podio de su propio género, como una de las mejores películas de terror de la historia del cine, un lugar privilegiado y reservado solo para títulos tan excepcionales como el Suspense de Jack Clayton, y es que así de poderosas e impactantes resultan las hipnóticas y evocadoras imágenes del infierno que nos trae Robert Eggers.

Mi puntuación: 10/10

2 comentarios:

  1. ¿Nadie va a comentar que la película trata el tema de la violación de un padre a su hija?

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    1. Esa teoría te la dejo a ti, para que puedas desarrollarla en todo su esplendor

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