El hombre elefante






Título original
The Elephant Man
Año
Duración
125 min.
País
Estados Unidos Estados Unidos
Director
Guión
David Lynch, Eric Bergren, Christopher De Vore
Música
John Morris
Fotografía
Freddie Francis (B&W)
Reparto
Productora
Paramount Pictures. Productor: Mel Brooks
Género
Drama | BiográficoEnfermedadDiscapacidadSiglo XIXPelícula de culto





Cuando uno se dispone a ver una película de David Lynch, espera ver un espectáculo de rarezas y mundos oníricos, donde la metáfora es el hilo argumental, y tus propias conclusiones son el desenlace. 
El hombre elefante es, de todas las que he tenido oportunidad de ver, la película más normal de este extravagante director, algo que me sorprendió después de haber visto su primer largometraje, Cabeza Borradora, en la que Lynch no se corta un pelo a la hora de mostrar todo su arsenal de rarezas.

El circo ha llegado a Londres, y con él toda una congregación de los llamados "freaks", esos monstruos de feria que servían para entretener a las masas. El cirujano Frederick Treves se topa con la rareza más grande de este circo: el hombre elefante. Se trata de un joven con una malformación de nacimiento que le hace asemejarse con un elefante, o eso dice su "dueño". Trever decide ayudar y analizar a este pobre joven, sin saber que lo conducirá a otros males parecidos a los que ya vive.

Estamos, según dicen, ante el mejor papel de Anthony Hopkins, al que todos recordaremos para siempre como Hannibal Lecter. El personaje de Hopkins, ese cirujano que quiere ayudar a toda costa a John Merrick, nos provoca un bienestar irreal, al creer en la bondad de las personas. Es cierto que un médico debe servir al enfermo, pero nos solemos encontrar, en historias basadas en esta época (siglo XIX), médicos crueles que lo único que les interesa es el estudio, haciendo barbaridades con sus pacientes. Es muy extraño que Lynch meta a este personaje tan bondadoso en su obra, ya que sus protagonistas se suelen mover por motivaciones mucho más oscuras y primarias. Hopkins hace muy creíble al personaje con su actuación, muy comedida en la mayoría de los casos, y nada sobreactuada, cosa más normal en él.

Nuestro deformado protagonista está interpretado de manera espectacular por el gran John Hurt, rosto conocidísimo del cine, y al que los Whovians adoramos por su interpretación de The War Doctor. Hurt, a pesar de la prótesis inmensa que lleva encima, nos transmite tanta ternura que nos provoca la emoción en varios momentos de la película. Esa capa de maquillaje, hecha con un molde del rostro del Merrick real, no impide vislumbrar esa mirada tan característica y carismática de Hurt. Esta actuación le impulsó como actor de renombre y le valió una nominación a los Oscar por mejor actor; Oscar que acabaría ganando Robert De Niro por Toro salvaje.

Al igual que pasa con la mirada de Hurt bajo esa capa de maquillaje, la dirección de Lynch también se atisba a pesar de esa normalidad o costumbrismo nada característico de su cine. Encontramos a Lynch en la naturalidad de los personajes y, sobre todo, en ese ritmo tan típico de su cine más reconocido, que a su vez sería el ritmo más común en el cine de finales de los noventa, época en la que viviría su mejor momento, hasta llegar a Mulholland Drive, la que considero es su mejor pieza. Así como en la estupenda banda sonora, compuesta, como en todas sus películas, por él mismo.

Si he de poner una queja a esta película es el tratamiento de la masa obrera, analfabeta, que vivía en el Londres que nos narran. Parece que Lynch está más apegado a las altas esferas, la élite intelectual y cultural, pues aquí son los que tratan a nuestro protagonista de la mejor manera posible, aunque con reticencias. Mientras que el vulgo lo apalea y lo insulta cada vez que tiene ocasión. No sé hasta qué punto esto es una burla a la sociedad inculta o iletrada  y un alzamiento de los altos estamentos.

Me he llevado una gran y grata sorpresa con esta película; por un lado porque me esperaba algo más Lynch, y por otro porque, a pesar de no parecerse al resto de su obra, es una obra ejemplar y que todo amante del cine debería ver.

Para finalizar me gustaría dejar un consejo: Stop bullyng a la gente con deformidades monstruosas. Que sean feos no te da el derecho de pegarles con tu bastón. 
Imagen del hombre elefante real

Mi puntuación: Fuka*



*A partir de ahora el sistema de puntuaciones cambiará, pasando a ser un bipartido que tanto gusta en España. Para las películas buenas usaré el término Fuka**, y para las que no me hayan gustado, Pateo.

**Fuka: Expresión creada por Francisco Weber Ruíz, dramaturgo y director del grupo de teatro Esperando Teatro, usada cuando algo te ha gustado en demasía.

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